Guillermo Haro

(1913-1988)

 

¿Dónde acaba el mundo?”, le preguntaba de niño Guillermo Haro a su madre. Fascinado por sus respuestas, un día él le anunciaría: “Voy a descubrir cómo nace una estrella”.

Marcado desde su infancia por la observación del cielo, Haro dedicó su vida a explorar constelaciones, supernovas, cometas e indagando acerca de la edad del Universo.

Creció durante la Revolución Mexicana, y tras graduarse de filosofía en la UNAM, se incorporó a la astronomía impulsado por el astrónomo mexicano Luis Enrique Erro cuando empezaba el desarrollo de los grandes telescopios.

Habiendo aprendido las complejas técnicas para manipular el telescopio Schmidt, descubrió secciones enteras del mapa estelar: estrellas rojas, estrellas azules, nebulosas, condensaciones de nubes y estrellas fulgurantes en la región de Orión.

© FOTOGRAFÍA DE ELENA PONIATOWSKA

Objetos estelares Herbig-Haro (HH 7-11) junto a nebulosa 1333 a unos 1,000 años luz de la Tierra. NASA

Desde el Observatorio Nacional de Tacubaya – en esos años cuando la bóveda celeste todavía se miraba majestuosa sobre la Ciudad de México –, al Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla, hasta el gran Observatorio Astronómico Nacional en la Sierra de San Pedro Mártir que propuso instalar, Haro participó en la nueva era de la astronomía en la segunda mitad del siglo 20.

Pero Guillermo Haro no solo se ocupó de estrellas, participó en la creación de instituciones como el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica o el Instituto Nacional de la Investigación Científica, antecesor del actual CONACYT.

Haro fue uno de esos científicos comprometidos del México posrevolucionario que se entregaron a la construcción del país y a la ciencia universal.

Observatorio Astrofísico Guillermo Haro, Sonora. AGENCIA INFORMATIVA CONACYT (CC-BY)

Cámara Schmidt, Observatorio de Tonantzintla. INAOEP

Servirse de la ciencia y de la técnica con un profundo espíritu humanista, conducirlas, encauzarlas hacia el bienestar y la paz, es la tarea fundamental de nuestra época”, diría en su discurso de ingreso al Colegio Nacional en sus tempranos 40 años.

Empujado por la duda que hace avanzar la ciencia, como diría de él su esposa la escritora Elena Poniatowska, “siempre puso en duda lo establecido, pero jamás olvidó leer el cielo nocturno”.

Sarah Drake (1803-1857)

Sarah Drake (1803-1857)

Sarah Drake fue una de las primeras y más célebres ilustradoras botánicas del siglo XIX. Con su ojo minucioso y su trazo perfecto hizo un viaje a través de bromelias, cactus y orquídeas por los exóticos confines tropicales del mundo, sin ir nunca más allá de los invernaderos de los jardines de Kew Gardens en Londres a donde botanistas y aventureros habían traído exóticas variedades de plantas desde los confines del planeta. Su obra como dibujante contribuyó a los avances fulgurantes de la botánica hace dos siglos.

Helia Bravo Hollis (1901-2001)

Helia Bravo Hollis (1901-2001)

Hay que imaginarse a Elia Bravo Hollis, durante décadas, caminando bajo el sol tórrido y los altos cielos del valle de Tehuacán-Cuicatlán, de la barranca de Metztitlán y de los desiertos de Sonora y Chihuahua.

Ernesto Sábato (1911-2011)

Ernesto Sábato (1911-2011)

Ernesto Sábato tuvo una primera vida como investigador en física y matemáticas en Buenos Aires y París, pero con el paso de los años, las fórmulas y los números dejaron de tener las respuestas a sus preguntas y terminó buscándolas en la exploración de la condición humana a través de la literatura.

Vera Rubin (1928-2016)

Vera Rubin (1928-2016)

Vera Rubin dedicó su vida a un enigma que aquejaba a los astrónomos desde hacía décadas: ¿por qué si los cúmulos de galaxias giran a una velocidad de más un millón de kilómetros por hora, las galaxias que los conforman no salen expulsadas hacia el exterior? ¿Por qué se quedan en su lugar?

Tatiana Proskouriakoff (1909-1985)

Tatiana Proskouriakoff (1909-1985)

Cuando en 1998 los arqueólogos Ian Graham, David Stuart y sus colegas enterraron sus cenizas en la acrópolis de la antigua ciudad maya de Piedras Negras a las orillas del río Usumacinta, en la selva del Petén, cumplían una promesa no dicha hacia Tatiana Proskouriakoff, una de las más grandes investigadoras del mundo maya.

Gutierre Tibón (1905-1999)

Gutierre Tibón (1905-1999)

En 1964, tras sesenta años de investigaciones, Gutierre Tibón afirmó haber redescubierto el nombre esotérico de México: “En el ombligo de la Luna”. Según él, este nombre misterioso habría sido ocultado deliberadamente por los tlacuilos a los frailes españoles durante la Conquista y la Colonia.

Fernand Braudel (1902-1985)

Fernand Braudel (1902-1985)

Quizás para no perderse en el vértigo del tiempo, Fernand Braudel, 38 años, lugarteniente francés prisionero en el Oflag XIIB, forma un seminario de historia con sus compañeros de prisión. Y en la ebullición de una extraordinaria memoria, este joven profesor comienza a pensar, repensar, escribir y reescribir su tesis doctoral sobre el Mediterráneo en el siglo 16.

Manuel Gamio (1883-1960)

Manuel Gamio (1883-1960)

Para Manuel Gamio, comprender el mundo indígena y trabajar para la mejora de sus condiciones de vida pasaba por unir en una misma mirada el presente y el pasado de los pueblos. Su labor a favor del indigenismo, desde las turbulencias de la Revolución hasta los años sesenta lo llevan a ser considerado el padre de la antropología moderna de México.

Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)

Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)

En 1888, el doctor Santiago Ramón y Cajal descubrió algo que vino a cambiar la manera en la que se concebía el cerebro humano: las neuronas. En su laboratorio de Barcelona, a través de la técnica de impregnación argéntica,…

Alexander von Humboldt (1769-1859)

Alexander von Humboldt (1769-1859)

23 de Junio de 1802. Volcán Chimborazo, 5,878 msnm. A pocos metros de la cumbre, acompañado por sus compañeros Aimé Bonpland, Carlos de Montúfar y su guía, con dificultad para respirar y terribles náuseas, los labios ensangrentados,…