

Gutierre Tibón
(1905-1999)
En 1964, tras sesenta años de investigaciones, Gutierre Tibón afirmó haber redescubierto el nombre esotérico de México: “En el ombligo de la Luna”. Según él, este nombre misterioso habría sido ocultado deliberadamente por los tlacuilos a los frailes españoles durante la Conquista y la Colonia.
Su viaje entre códices, jeroglíficos y lingüística lo llevó a ver que, para los Mexicas, el lago de Texcoco estaba consagrado a la luna, era Metztliapan, “el lago de la luna” el cual tenía la forma de un conejo. Y en la cosmovisión Mexica la luna y el conejo eran intercambiables. Así, el islote donde la mitología ubicó la escena del águila devorando a la serpiente y posteriormente el Templo Mayor, correspondía justamente a lo que sería el ombligo del conejo formado por el lago. De ahí que la palabra Mecccico provendría entonces de Meztli, luna en náhuatl, xiclti, ombligo y el locativo co.
El ombligo como “centro cósmico” fue casi una obsesión para Tibón. En sus obras, muestra como ocupa una función mágica primordial y recurrente en todas las civilizaciones del pasado y esto se expresaba, por ejemplo, en la célebre lápida de Pakal en el Templo de las Inscripciones de Palenque:
“La línea imaginaria que sale a la altura del ombligo y que sube verticalmente por la ceiba sagrada, corresponde con absoluta exactitud al centro de la cruz. Tres siglos antes de los chaac-moles, los mayas representaron la comunicación entre el ombligo humano y el ombligo celeste por la quinta dirección cósmica, abajo-arriba: comunicación que solo se logra con el personaje semirecostado.”¹
¹ El ombligo como centro cósmico: Una contribución a la historia de las religiones. (2015. 1°ed. 1981) FCE, México: 252.
Nacido en Italia, tras viajar en Europa y Asia, llegó a México en los años 1940 invitado por el académico Isidro Fabela. Decidió establecerse en el país, viviendo – para la anécdota – de las regalías de un invento de máquina de escribir que le permitió dedicarse con cierta libertad a sus investigaciones.
Erudito autodidacta, Tibón exploró el humano en sus múltiples dimensiones desde la simbología cósmica del cuerpo humano y del espacio, al origen de las lenguas o a la historia detrás de los apellidos.
Apasionado de México, siempre tendiendo puentes con Europa, Asia o África, Gutierre Tibón unió sensibilidad y conocimiento para develar la fibra ritual que dio origen a todas las culturas del pasado y que, sin darnos cuenta, aún pervive a nuestro alrededor.
Guillermo Haro (1913-1988)
“¿Dónde acaba el mundo?”, le preguntaba de niño Guillermo Haro a su madre. Fascinado por sus respuestas, un día él le anunciaría: “Voy a descubrir cómo nace una estrella”.
Sarah Drake (1803-1857)
Sarah Drake fue una de las primeras y más célebres ilustradoras botánicas del siglo XIX. Con su ojo minucioso y su trazo perfecto hizo un viaje a través de bromelias, cactus y orquídeas por los exóticos confines tropicales del mundo, sin ir nunca más allá de los invernaderos de los jardines de Kew Gardens en Londres a donde botanistas y aventureros habían traído exóticas variedades de plantas desde los confines del planeta. Su obra como dibujante contribuyó a los avances fulgurantes de la botánica hace dos siglos.
Helia Bravo Hollis (1901-2001)
Hay que imaginarse a Elia Bravo Hollis, durante décadas, caminando bajo el sol tórrido y los altos cielos del valle de Tehuacán-Cuicatlán, de la barranca de Metztitlán y de los desiertos de Sonora y Chihuahua.
Ernesto Sábato (1911-2011)
Ernesto Sábato tuvo una primera vida como investigador en física y matemáticas en Buenos Aires y París, pero con el paso de los años, las fórmulas y los números dejaron de tener las respuestas a sus preguntas y terminó buscándolas en la exploración de la condición humana a través de la literatura.
Vera Rubin (1928-2016)
Vera Rubin dedicó su vida a un enigma que aquejaba a los astrónomos desde hacía décadas: ¿por qué si los cúmulos de galaxias giran a una velocidad de más un millón de kilómetros por hora, las galaxias que los conforman no salen expulsadas hacia el exterior? ¿Por qué se quedan en su lugar?
Tatiana Proskouriakoff (1909-1985)
Cuando en 1998 los arqueólogos Ian Graham, David Stuart y sus colegas enterraron sus cenizas en la acrópolis de la antigua ciudad maya de Piedras Negras a las orillas del río Usumacinta, en la selva del Petén, cumplían una promesa no dicha hacia Tatiana Proskouriakoff, una de las más grandes investigadoras del mundo maya.
Fernand Braudel (1902-1985)
Quizás para no perderse en el vértigo del tiempo, Fernand Braudel, 38 años, lugarteniente francés prisionero en el Oflag XIIB, forma un seminario de historia con sus compañeros de prisión. Y en la ebullición de una extraordinaria memoria, este joven profesor comienza a pensar, repensar, escribir y reescribir su tesis doctoral sobre el Mediterráneo en el siglo 16.
Manuel Gamio (1883-1960)
Para Manuel Gamio, comprender el mundo indígena y trabajar para la mejora de sus condiciones de vida pasaba por unir en una misma mirada el presente y el pasado de los pueblos. Su labor a favor del indigenismo, desde las turbulencias de la Revolución hasta los años sesenta lo llevan a ser considerado el padre de la antropología moderna de México.
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)
En 1888, el doctor Santiago Ramón y Cajal descubrió algo que vino a cambiar la manera en la que se concebía el cerebro humano: las neuronas. En su laboratorio de Barcelona, a través de la técnica de impregnación argéntica,…
Alexander von Humboldt (1769-1859)
23 de Junio de 1802. Volcán Chimborazo, 5,878 msnm. A pocos metros de la cumbre, acompañado por sus compañeros Aimé Bonpland, Carlos de Montúfar y su guía, con dificultad para respirar y terribles náuseas, los labios ensangrentados,…