

Tatiana Proskouriakoff
(1909-1985)
Cuando en 1998 los arqueólogos Ian Graham, David Stuart y sus colegas enterraron sus cenizas en la acrópolis de la antigua ciudad maya de Piedras Negras a las orillas del río Usumacinta, en la selva del Petén, cumplían una promesa no dicha hacia Tatiana Proskouriakoff, una de las más grandes investigadoras del mundo maya.
Los azares de la vida habían llevado a Tatiana Proskouriakoff a ese lugar sesenta años antes, en 1928, cuando acompañaba como dibujante a una expedición del Carnegie Institute. Este viaje en el misterio de ciudades olvidadas en la jungla despertó en ella la decisión de dedicarles su vida.
En un ámbito universitario dominado por hombres, siendo una de las primeras arquitectas graduadas de Estados Unidos, esta mujer nacida en Siberia e inmigrada a Estados Unidos a los siete años de edad, desarrolló extraordinarias técnicas de reconstitución artística basadas en evidencias e interpretaciones arqueológicas.
Acropolis de Piedras Negras. Visión restaurada. Acuarela, ca. 1939. PENN MUSEUM / PIEDRAS NEGRAS EXPEDITION RECORDS
Croquis preliminar del juego de pelota de Piedras Negras. Dibujo al lapiz, ca. 1939. PENN MUSEUM / PIEDRAS NEGRAS EXPEDITION RECORDS
Sus dibujos detonan el poder de la imaginación, desprendiendo las ruinas de la selva y de los estragos del tiempo para hacer revivir, ante nuestros ojos, toda una civilización.
Con el paso de los años, convertida en una eminente epigrafista, Proskouriakoff encontró en las estelas de Piedras Negras la llave de desciframiento de la escritura maya. Su descubrimiento revelaba que las inscripciones en los monumentos no describían mitos originarios como se creía entonces, sino eventos históricos que conmemoraban guerras, conquistas y dinastías.
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Esto fue una revolución en la arqueología mesoamericana que dejó de mirar a los antiguos mayas como pueblos pacíficos inscritos en un tiempo ritual estrictamente mitológico, para mostrar la compleja trama de alianzas y rivalidades entre Señoríos que forjó el tiempo y el destino de las tierras bajas Mayas.
Su trabajo en las ruinas de Piedras Negras, Uxmal, Palenque, Chichen-Itzá, Yaxchilán, Copán, Abaj’Takalik y muchas otras contribuyó a devolver a la luz la magnificencia y la historia de las ciudades mayas.
Guillermo Haro (1913-1988)
“¿Dónde acaba el mundo?”, le preguntaba de niño Guillermo Haro a su madre. Fascinado por sus respuestas, un día él le anunciaría: “Voy a descubrir cómo nace una estrella”.
Sarah Drake (1803-1857)
Sarah Drake fue una de las primeras y más célebres ilustradoras botánicas del siglo XIX. Con su ojo minucioso y su trazo perfecto hizo un viaje a través de bromelias, cactus y orquídeas por los exóticos confines tropicales del mundo, sin ir nunca más allá de los invernaderos de los jardines de Kew Gardens en Londres a donde botanistas y aventureros habían traído exóticas variedades de plantas desde los confines del planeta. Su obra como dibujante contribuyó a los avances fulgurantes de la botánica hace dos siglos.
Helia Bravo Hollis (1901-2001)
Hay que imaginarse a Elia Bravo Hollis, durante décadas, caminando bajo el sol tórrido y los altos cielos del valle de Tehuacán-Cuicatlán, de la barranca de Metztitlán y de los desiertos de Sonora y Chihuahua.
Ernesto Sábato (1911-2011)
Ernesto Sábato tuvo una primera vida como investigador en física y matemáticas en Buenos Aires y París, pero con el paso de los años, las fórmulas y los números dejaron de tener las respuestas a sus preguntas y terminó buscándolas en la exploración de la condición humana a través de la literatura.
Vera Rubin (1928-2016)
Vera Rubin dedicó su vida a un enigma que aquejaba a los astrónomos desde hacía décadas: ¿por qué si los cúmulos de galaxias giran a una velocidad de más un millón de kilómetros por hora, las galaxias que los conforman no salen expulsadas hacia el exterior? ¿Por qué se quedan en su lugar?
Gutierre Tibón (1905-1999)
En 1964, tras sesenta años de investigaciones, Gutierre Tibón afirmó haber redescubierto el nombre esotérico de México: “En el ombligo de la Luna”. Según él, este nombre misterioso habría sido ocultado deliberadamente por los tlacuilos a los frailes españoles durante la Conquista y la Colonia.
Fernand Braudel (1902-1985)
Quizás para no perderse en el vértigo del tiempo, Fernand Braudel, 38 años, lugarteniente francés prisionero en el Oflag XIIB, forma un seminario de historia con sus compañeros de prisión. Y en la ebullición de una extraordinaria memoria, este joven profesor comienza a pensar, repensar, escribir y reescribir su tesis doctoral sobre el Mediterráneo en el siglo 16.
Manuel Gamio (1883-1960)
Para Manuel Gamio, comprender el mundo indígena y trabajar para la mejora de sus condiciones de vida pasaba por unir en una misma mirada el presente y el pasado de los pueblos. Su labor a favor del indigenismo, desde las turbulencias de la Revolución hasta los años sesenta lo llevan a ser considerado el padre de la antropología moderna de México.
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)
En 1888, el doctor Santiago Ramón y Cajal descubrió algo que vino a cambiar la manera en la que se concebía el cerebro humano: las neuronas. En su laboratorio de Barcelona, a través de la técnica de impregnación argéntica,…
Alexander von Humboldt (1769-1859)
23 de Junio de 1802. Volcán Chimborazo, 5,878 msnm. A pocos metros de la cumbre, acompañado por sus compañeros Aimé Bonpland, Carlos de Montúfar y su guía, con dificultad para respirar y terribles náuseas, los labios ensangrentados,…