

Vera Rubin
(1928-2016)
“De niña, me interesaban más las preguntas que las respuestas”, diría Vera Rubin recordando cómo nació su vocación al observar las estrellas junto a su padre con un telescopio casero.
Vera Rubin dedicó su vida a un enigma que aquejaba a los astrónomos desde hacía décadas: ¿por qué si los cúmulos de galaxias giran a una velocidad de más un millón de kilómetros por hora, las galaxias que los conforman no salen expulsadas hacia el exterior? ¿Por qué se quedan en su lugar?
Explorando la constelación de Andrómeda, Rubin evidenció que las estrellas de los bordes de la galaxia en espiral se movían a la misma velocidad que las del centro, lo que contradecía las leyes del movimiento de Newton.

Para resolver este problema retomó la hipótesis del astrónomo suizo Fritz Zwicky, quien había propuesto, casi medio siglo antes, la existencia de una materia oculta que unía las galaxias entre ellas.
Afinando y confirmando esta teoría, Vera calculó que alrededor del 90% del universo estaría formado por esta misteriosa materia transparente o materia oscura.
Experta en la medición de la rotación de las estrellas dentro de una galaxia, Vera mostró que las galaxias se juntaban en racimos y no estaban distribuidas al azar por todo el universo. Su idea tardaría veinte años en ser aceptada por la comunidad científica.
Para Vera Rubin, una de las primeras astrofísicas graduadas en el mundo, dedicarse a la ciencia fue un gran reto pues, en aquellos años, las mujeres aún no eran admitidas en muchas carreras universitarias.
Promotora del derecho igualitario de las mujeres en la ciencia, aportó a la humanidad nuevos campos de entendimiento sobre los astros que ampliaron inmensamente las fronteras del conocimiento de nuestro universo.

Vera Rubin en el observatorio de Kitt Peak, Arizona. CC-NY NSF’s National Optical-Infrared Astronomy Research Laboratory/KPNO/AURA
Guillermo Haro (1913-1988)
“¿Dónde acaba el mundo?”, le preguntaba de niño Guillermo Haro a su madre. Fascinado por sus respuestas, un día él le anunciaría: “Voy a descubrir cómo nace una estrella”.
Sarah Drake (1803-1857)
Sarah Drake fue una de las primeras y más célebres ilustradoras botánicas del siglo XIX. Con su ojo minucioso y su trazo perfecto hizo un viaje a través de bromelias, cactus y orquídeas por los exóticos confines tropicales del mundo, sin ir nunca más allá de los invernaderos de los jardines de Kew Gardens en Londres a donde botanistas y aventureros habían traído exóticas variedades de plantas desde los confines del planeta. Su obra como dibujante contribuyó a los avances fulgurantes de la botánica hace dos siglos.
Helia Bravo Hollis (1901-2001)
Hay que imaginarse a Elia Bravo Hollis, durante décadas, caminando bajo el sol tórrido y los altos cielos del valle de Tehuacán-Cuicatlán, de la barranca de Metztitlán y de los desiertos de Sonora y Chihuahua.
Ernesto Sábato (1911-2011)
Ernesto Sábato tuvo una primera vida como investigador en física y matemáticas en Buenos Aires y París, pero con el paso de los años, las fórmulas y los números dejaron de tener las respuestas a sus preguntas y terminó buscándolas en la exploración de la condición humana a través de la literatura.
Tatiana Proskouriakoff (1909-1985)
Cuando en 1998 los arqueólogos Ian Graham, David Stuart y sus colegas enterraron sus cenizas en la acrópolis de la antigua ciudad maya de Piedras Negras a las orillas del río Usumacinta, en la selva del Petén, cumplían una promesa no dicha hacia Tatiana Proskouriakoff, una de las más grandes investigadoras del mundo maya.
Gutierre Tibón (1905-1999)
En 1964, tras sesenta años de investigaciones, Gutierre Tibón afirmó haber redescubierto el nombre esotérico de México: “En el ombligo de la Luna”. Según él, este nombre misterioso habría sido ocultado deliberadamente por los tlacuilos a los frailes españoles durante la Conquista y la Colonia.
Fernand Braudel (1902-1985)
Quizás para no perderse en el vértigo del tiempo, Fernand Braudel, 38 años, lugarteniente francés prisionero en el Oflag XIIB, forma un seminario de historia con sus compañeros de prisión. Y en la ebullición de una extraordinaria memoria, este joven profesor comienza a pensar, repensar, escribir y reescribir su tesis doctoral sobre el Mediterráneo en el siglo 16.
Manuel Gamio (1883-1960)
Para Manuel Gamio, comprender el mundo indígena y trabajar para la mejora de sus condiciones de vida pasaba por unir en una misma mirada el presente y el pasado de los pueblos. Su labor a favor del indigenismo, desde las turbulencias de la Revolución hasta los años sesenta lo llevan a ser considerado el padre de la antropología moderna de México.
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)
En 1888, el doctor Santiago Ramón y Cajal descubrió algo que vino a cambiar la manera en la que se concebía el cerebro humano: las neuronas. En su laboratorio de Barcelona, a través de la técnica de impregnación argéntica,…
Alexander von Humboldt (1769-1859)
23 de Junio de 1802. Volcán Chimborazo, 5,878 msnm. A pocos metros de la cumbre, acompañado por sus compañeros Aimé Bonpland, Carlos de Montúfar y su guía, con dificultad para respirar y terribles náuseas, los labios ensangrentados,…