TOLLAN TEOTIHUACÁN
El lugar donde comenzó el tiempo
“Las intensas lluvias reblandecieron el suelo y se descubrió, durante la noche, un tiro circular de 83 centímetros de diámetro que nos condujo a uno de los hallazgos arqueológicos más sorprendentes que se hayan realizado en los últimos años.”
El túnel bajo el Templo de la Serpiente Emplumada
El 2 de octubre de 2003 marcaría una fecha importante para la arqueología de Teotihuacán y de Mesoamérica. Las intensas lluvias reblandecieron el suelo y se descubrió, durante la noche, un tiro circular de 83 centímetros de diámetro que nos condujo a uno de los hallazgos arqueológicos más sorprendentes que se hayan realizado en los últimos años.
Hacía varios años que insistíamos en la necesidad de proteger y llevar a cabo acciones para la conservación del Templo de La Serpiente Emplumada, uno de los edificios más emblemáticos de Teotihuacán y de México. Ese año, iniciamos finalmente una serie de acciones encaminadas a la salvaguarda y protección del edificio, el cual desde hacía pocos años había comenzado a mostrar un acelerado y grave deterioro. El entonces director del INAH, el etnólogo Sergio Arroyo, nos dio indicaciones y el presupuesto necesario para iniciar los trabajos de conservación.

El día del descubrimiento, realmente no sabíamos de qué se trataba ese hueco que se había hecho en el lugar donde miles y miles de visitantes se paraban desde 1917, en el edificio explorado por el arqueólogo Manuel Gamio, para escuchar las explicaciones de los guías de turistas. Fue quizá un poco de suerte el habernos encontrado en el momento y el lugar precisos.
Di instrucciones para acordonar el área y retirar la tierra que había caído al fondo del tiro; con ayuda de una vieja cuerda que mis colaboradores me ataron a la cintura, descendí por ese oscuro y estrecho tiro. Conforme iba bajando la luz del sol se perdía, entonces solo podía tocar las paredes húmedas y percibir un insoportable olor.
Una vez estando abajo y después de retirar algunas piedras, me percaté de la existencia del túnel. Las marcas de herramientas en la bóveda indicaban que no era un elemento natural. Sin embargo, y aun sin saber de qué se trataba, la imaginación voló y dio paso a las más diversas y especulativas ideas.
En tanto nos dedicábamos a avanzar y concluir con los trabajos de conservación del antiguo edificio, desarrollé el protocolo de investigación para obtener la autorización de la instancia académica que regula la arqueología en México. Me pareció pertinente invitar como asesores a distinguidos colegas de diferentes especialidades que nos dieron su opinión sobre el planteamiento original. Finalmente obtuve la autorización y ahora debía buscar los fondos para emprender la exploración del túnel.
Hacía más de una década que llevaba a cabo excavaciones en diferentes partes en Teotihuacán; mi trabajo de investigación se había enfocado a tratar aspectos de la conformación y la estructura de los barrios, de aspectos de la vida cotidiana y los sistemas de producción artesanal, la presencia foránea e inclusive del sistema de escritura y ahora se presentaba la oportunidad de trabajar aspectos vinculados con la religión y el pensamiento cosmogónico.

El túnel bajo el Templo de la Serpiente Emplumada
Intuí que para llevar a cabo esta exploración se requeriría mucho tacto, pues representaba una gran responsabilidad ante la posibilidad de que este contexto que había permanecido oculto e inalterado por muchos siglos, revelaría datos de gran relevancia para la comprensión de Teotihuacán.
Por una cuestión poco entendible, el proyecto de conservación del Templo de La Serpiente Emplumada se canceló en 2004 por instrucciones del que fue nombrado director general del INAH, Luciano Cedillo. Solo después de librar diferentes vicisitudes en 2009 reiniciamos los trabajos y felizmente comenzamos la exploración del túnel.
Ha sido más de una década de trabajos continuos en el que la exploración del túnel bajo el Templo de la Serpiente Emplumada, ha generado muchísima información y nos ha permitido ir corroborando una a una las hipótesis planteadas varios años antes de iniciar la exploración, indicando que el planteamiento original había sido el correcto.
Durante este tiempo se utilizaron diferentes recursos tecnológicos que sirvieron para ir adecuando la estrategia diseñada para la investigación y llevar a cabo el trabajo de exploración de la mejor manera. Un instrumento que usamos para tener una perspectiva del conducto o subterráneo antes de iniciar las investigaciones fue el georadar o radar de penetración. Mediante la proyección de ondas electromagnéticas, este equipo nos permitió tener una idea más certera sobre el lugar donde deberíamos buscar la entrada principal al túnel, así como la longitud del mismo.
Los resultados del georadar indicaban que el túnel podría tener una longitud entre 100 y 120 metros. Para localizar la entrada principal consideramos la información obtenida tiempo atrás y proyectamos excavar un área de aproximadamente 100 metros cuadrados donde se había detectado una fuerte anomalía. Luego de 8 meses de trabajo finalmente localizamos la entrada al túnel justo donde lo habíamos proyectado.
Al casi concluir los trabajos de exploración, corroboramos que la longitud es de 103 metros, lo que nos indicó que los cálculos obtenidos mediante el uso del georadar eran muy cercanos a la realidad.